fray pedro de córdoba
Carlos Ezequiel Rosillo Julca
Carlos Ezequiel Rosillo Julca
En
una redacción anterior presenté una reseña de la “Doctrina Cristina para la instrucción de los indios”, cuyo autor
fue el religioso dominico Pedro de Córdoba, misionero en la isla La Española, fundador de la Provincia de la Santa Cruz en aquella isla.
Pero, ¿quién fue este misionero de la primera hora?, ¿qué hizo de importante?,
¿cuál fue su obra? A todas estas preguntas las responderé en los párrafos que siguen.
Situar la fecha de
nacimiento de fray Pedro de Córdoba con exactitud, resulta hoy muy complicado,
pues los datos que poseemos para datarla son muy escasos. La mayoría de los
historiadores han aceptado como válidos los datos que Fray Bartolomé de las Casas consigna en
su Historia de las indias. Primero,
que fray Pedro y sus compañeros llegaron
a América en setiembre de 1510, cuando el autor principal de la Doctrina Cristiana tenía veintiocho años
de edad; este dato nos lleva al año 1428 como la probable fecha de su nacimiento. Otro dato importantísimo tiene
que ver con la fecha de su muerte, pues, según nos refiere Las Casas, fray
Pedro en mayo de 1521 cuando tenía treinta y ocho años de edad. Así, si en
setiembre de 1510 tenía veintiocho años y en mayo de 1521 sólo treinta y ocho,
basta una simple deducción matemática para situar el nacimiento de Fray Pedro
de Córdoba entre mayo y setiembre de 1521.[1]
No obstante hay otros
autores que siguiendo a los
historiadores Quetif y Echard afirman
que el año de nacimiento de Córdoba fue 1560.[2]
Pero dejando de lado
las discusiones sobre la fecha de su nacimiento centrémonos ahora en su lugar
de origen; nació en Córdoba, España, en el seno de la noble familia de los
Córdobas, de donde salieron varios religiosos dominicos, incluso un hermano
suyo, además, según lo expresa en una carta, tenía una hermana monja, dominica,
también.[3]
Fue de un natural
apacible e inclinado al estudio, por esta última característica sus padres lo
enviaron a la universidad de Salamanca a estudiar leyes. Sin embargo de su
época de estudiante se sabe muy poco, tampoco se sabe a ciencia cierta cuanto
tiempo estuvo en Salamanca estudiando leyes; lo que sí se puede conjeturar es
que fue aquí donde tuvo sus primeros contactos con los religiosos dominicos del convento de San
Esteban.
La fecha en la que entró
a formar parte de la orden de los predicadores también nos es oscura. El
historiador R. Boria consigna que el ingreso de Pedro de Córdoba en los
dominicos debe situarse entre los años 1497
y 1502, siendo estos los datos más seguros.
Hechas
las diligencias normales dentro de la orden, con el fin de constatar las
inclinaciones, costumbres, y suficiencia intelectual del solicitante, se
concedió a Fr. Pedro de Córdoba el hábito de los dominicos y su ingreso al
noviciado, según el rigor y observancia de la
nueva “reforma”[4],
esto último se explica porque en los años precedentes la Orden de los
Predicadores había vivido una profunda crisis interna que había llevado algunos
religiosos a intentar y conseguir progresivamente la reforma de la Orden.
El noviciado se
prolongó por un año entero, tras el cual emitió la profesión solemne y perpetua, esto fue puede datarse entre los
años 1502 y 1503; sin embargo su nombre no aparece en libro de Profesiones del
convento de San Esteban debido a ser este libro despojado de las ciento dos primeras hojas. Una vez hecha la profesión, empezó los estudios de
Artes, sin embargo los fuertes dolores de cabeza que padeció de tanto
esforzarse el estudio le impidieron graduarse. No obstante, estos estudios de
artes, filosofía y teología, esto es Dogma, Moral y Sagrada Escritura, lo
tuvieron ocupado desde 1502 0 1503 hasta 1508.
Fue ordenado diácono en
1506 y presbítero en 1508, permaneciendo en su convento de San Esteban hasta 1509, puesto que en el
capítulo celebrado en Zamora en 1508 de ordenó que todos los hermanos
permanecieran en sus respectivos conventos, pero al año siguiente cambian las
disposiciones. Y, a causa de estas nuevas disposiciones, fray Pedro es
asignado, junto con dieciocho sacerdotes y veinticinco religiosos, al convento
de Santo Tomás de Ávila, entre ellos se
encontraban los tres religiosos que lo acompañarán en su viaje a América: Fray
Antón Montesino, Fray Bernardo de Santo Domingo y Fray Domingo de Villamayor.
Al tiempo que llegaban
los nuevos asignados al convento de Ávila, tomaba posesión como padre prior del
mismo el P. Juan Hurtado, este hombre será providencial para entender el motivo
del primer grupo misionero de dominicos en América. Mientras fue prior supo
imprimir, como ya lo había hecho cuando fue Maestro de novicios, una intensa
vida de observancia, estudio y apostolado, logrando así un gran número de
discípulos, entre los que se encontraba Fray Pedro de Córdoba, quien fue
creciendo, primero como novicio, luego como neosacerdote a la sombra de un
padre que supo trasmitirle, con su propio testimonio, el espíritu de la vida
dominica “reformada”.
Conociendo
profundamente sus cualidades intelectuales
y sus virtudes, el P. Hurtado le designa para el ministerio de la
predicación, ministerio que desempeñó con gran esmero, se dice de él que se le
veía “muy despejado del mundo y muy
ajustado con la profesión de verdadero hijo de santo Domingo, imitador de sus
raras virtudes y santidad”, además se señala que parecía que traía dentro del alma un retrato y serenidad
del cielo que se reflejaba en la compostura
y semblante exterior[5]
que poseía. Así en la misión como predicador, en el confesionario y en trato
personal que tenía con las diferentes gentes, la divina providencia iba
preparando a nuestro personaje para su misión en el mundo nuevo.
En el capítulo general
de la Orden de 1508, celebrado en Roma, se decidió el envío de quince misioneros de la Orden al nuevo mundo. Entre los
primeros voluntarios para ir a las indias en los conventos españoles se encuentran, nuestro personaje, Fr.
Pedro de Córdoba, Fr. Antón
Montesino, Fr. Bernardo de santo Domingo y Fr. Domingo de Villamayor. Para esta
misión fue asignado Vicario Fr. Domingo de Mendoza, sin embargo, al ser llamado
éste a Roma, parte como Vicario de la Misión Fr. Pedro de Córdoba.
Caminando y pidiendo
limosna, y sobre todo, guardo un estricto rigor, como si estuvieran en el
convento, los misioneros marcharon de
Ávila a Sevilla, aquí se embarcaron en la nave “La Espíndola” rumbo Santo
Domingo donde arribaron en setiembre de 1510. Sin embargo, apenas llegados a las indias, y muy
probablemente en la misma nave, el fraile lego Domingo de Villamayor se volvió
a España, no obstante, se ignoran los motivos de su precipitado regreso.
Los religiosos vivían
en la más completa austeridad. Tuvieron que aceptar la hospitalidad de un
vecino de la isla llamado Pedro Lumbreras, quien los acomodó en una choza
pegada a un corral de la casa, ese fue su primer convento.
Poco después de la
llegada del primer grupo, en los últimos días de 1510 o los primeros de 1511,
llegó el segundo grupo compuesto de cinco religiosos y un seglar, y en mayo de
1511 llegaron a la isla siete frailes más, con lo que se completaba el número
de quince.
Los intereses de la
comunidad dominicana iban a ser en particular dos: la evangelización de los
indios y la defensa de los mismos ante los no pocos abusos de los
conquistadores.
Poco después de llegar
a La Española, los tres primeros misioneros se trasladaron a la naciente ciudad de Concepción de la
Vega, que dista treinta leguas de Santo Domingo, para dar cuenta de su llegada
al Almirante D. Diego Colón e informarle
la decisión de fundar un convento en Santo Domingo. Aquí tuvo fray Pedro su
primer encuentro con el por entonces clérigo Bartolomé de las Casas. Fray Pedro
Celebró la misa y terminada ésta pidió a todos los asistentes que después de
comer le enviasen a la iglesia a todos los indios que tuviesen a su servicio.
La convocatoria surtió
efecto pues se reunió gran cantidad de indios a los cuales fray Pedro les
predicó los misterios de Dios, desde la creación del mundo, hasta la crucifixión
y muerte del Señor para el perdón de los pecados, éste, según el historiador J.
M Vargas, fue el primer sermón que escucharon aquellos indios[6].
De este encuentro Fr. Pedro sacó importantes conclusiones; pudo descubrir en
los indios la normal curiosidad, la
capacidad de comprender lo explicado y el deseo de ser mejor adoctrinados, así
que se vio en la necesidad de aprender lo más rápido posible la lengua de los
indígenas, además que se dio cuenta que el método que debía seguirse en la
predicación era a modo de historia, otros dos importantes aspectos que
descubrió en su visita a concepción fueron que se debía predicar más a menudo y
que los predicadores dieran una imagen de pobreza y devoción para ser mejor
creídos por los naturales.
Aunque la misión fundamental
de los dominicos al embarcarse a las indias fue la conversión de los naturales,
no podían descuidar a los españoles que vivían en aquellas tierras, así que a
las órdenes de fray Pedro de Córdoba van a dividir sus labores entre españoles
e indios. A los primeros los van auxiliar mediante la predicación, la confesión
y la corrección de sus costumbres, esto último les trajo no pocos
enfrentamientos con encomenderos, pues los frailes se negaban a dar la
absolución a quienes tuvieran indios encomendados y posiblemente esta negación
se prolongó a los usureros, lo que les
acarreó grande penuria ya que dependían de la generosidad de los españoles, sin
embargo no cejaron su prédica valiente de la verdad.[7]
Con respecto a los
indios, va a encauzar la obra misional de su comunidad desde el convento como
punto fijo, hay que decir que en
1512 echó los cimientos del
convento de Santa Cruz, el primero de la
orden dominicana en el nuevo mundo. En él tenía la preparación y adaptación del
misionero antes de comenzar su trabajo, además el convento era el lugar de
predicación y de ejemplo.
A lo largo de todo su
vicariato fray Pedro de Córdoba fue el gran promotor y coordinador de las
misiones dominicanas en las Antillas. Sus iniciativas y desvelos no conocieron
tregua ni limitaciones, la única limitación a la que tuvo que someterse fue no
poder contar con más misioneros. Pronto la misión dejó los límites de La
Española y pasó a Cuba, San Juan, Margarita y Cubagua.
Aunque muchos piensan
que en La Española casi no hubieron misiones dominicas, esto no es cierto, pues
ya hemos visto que sí las hubo, lo que sucede es que ante la hostilidad de los
encomenderos, fray Pedro de Córdoba dispersó a sus frailes por las islas
vecinas, sin embargo La Española no quedó abandonada pues se fundaron dos conventos más, uno en Santiago, y el otro en Puerto Plata, que eran
lugares estratégicos pues por aquí se producía el comercio de esclavos. Con
respecto a la hostilidad de los
encomenderos fray Pedro argumenta: “En
gentes tan mansas, tan obedientes y tan buenas, que si entre ellos entran
predicadores solos sin las fuerças e violencias destos malaventurados
cristianos, pienso que se pudiera en ellos fondar tan escellente iglesia como
fue la primitiva”[8].
Tras la experiencia
ganada en el trabajo en las islas, fray Pedro de Córdoba concibe ir a
evangelizar a los lugares donde no hayan puesto aún sus plantas los
conquistadores, pues poco fruto habían conseguido en las islas, pues con su mal
ejemplo, los encomenderos habían malogrado en mucho la obra de conversión en
los indios. Así envió tres cuerpos de misioneros a la actual Venezuela, sin
embargo, los tres perecieron a manos de los naturales.
Durante los primeros
veinte años de colonización de América, el comportamiento casi común de los
españoles para con los indios era el maltrato, esto sucedía por la mentalidad
de la época, pues se pensaba que se tenía que hacer pesar los derechos de
conquista sobre los conquistados. Por eso el pensamiento y actuación de los
dominicos, encabezados por fray Pedro de Córdoba les parecía fuera de
lugar.
Cansados de los
maltratos propinados a los naturales, trató primero de forma amigable hacer
recapacitar a los encomenderos, pero en vista que no encontraban fruto en esto
decidió enviar a Fray Bartolomé de las
Casas a la Corte en España para
solicitar se protejan los derechos de
los indios, incluso él mismo fue a
entrevistarse con el rey de España, a pedirle permiso para trasladarse con sus compañeros a cualquier parte de América donde no hubiese españoles,
como lo dijimos arriba, pero el rey le negó el permiso, no obstante lo nombró
miembro de la real audiencia de La Española.
En 1519, Fr. Pedro
viaja a España con el propósito de convencer a nuevos religiosos para que se
embarcasen para la misión en las Indias;
fue precisamente en este viaje que el papa le nombra Inquisidor General de las
Indias, era el primer nombramiento inquisitorial para las Indias y su
jurisdicción comprendía todas las tierras descubiertas y por descubrir. De su
actuación como inquisidor no tenemos muchas noticias, además que no se
desempeñó mucho tiempo en el cargo, pues al veinte de Marzo de 1520 todavía
seguía en España, además murió al año siguiente.
Otro aspecto importante
de su vida y obra fue que a petición suya, el rey Carlos I de España fundó la
Real Universidad de la Española.
Es momento de hablar de
la muerte de Fray Pedro. Probablemente en el viaje de España a La Española en
1520, haya enfermado de tuberculosis. La enfermedad se agravaba debido a la condición física mermada
del fraile a causa de las penitencias, viajes, ocupaciones, discusiones y
golpes propinados por los traficantes de esclavos, así como por las continuas
oposiciones y ataques que había sufrido durante su ministerio Apostólico. El
último día de su vida, cuentan los cronistas, se confesó vehementemente de sus
culpas, recibió el viático, pidió perdón
a sus súbditos y hermanos por “los malos ejemplos que con su vida tan mala
y tan llena de faltas les había dado”[9] y finalmente
la Extremaunción y poco a poco fue perdiendo el aliento y entregó su
espíritu al Padre eterno el cuatro de Mayo de 1521, siendo su entierro el día
siguiente y fray Antón Montesino el predicador.
Ya va siendo hora que
América reconozca la gran obra de este misionero, la cual, quizá por la
importancia que adquirieron otros
personajes, se ha visto opacada. Pero fue él el que cimentó las bases de la
evangelización profunda de los indios y el primer abanderado la defensa de
estos ante los abusos.
BIBLIOGRAFÍA
Hijos de J. Espasa, Editores… Enciclopedia
universal ilustrada Europeo Americana, Tomo 15 CONST – CRAZ.- Barcelona. 1532p
Medina, Miguel Ángel, O.P… Una
comunidad al servicio del indio. La obra de Fr. Pedro de Córdoba, O.P (1482 -1521).- Madrid, 1983.
Medina, Miguel Ángel O.P… Doctrina Cristiana para la Instrucción de los
indios, redactada por Fr. Pedro de Córdoba, O.P. y otros religiosos de la misma
orden. Impresa en México, 1544 y 1548.- Editorial San Esteban, Salamanca,
1987.
Revista
Communio XIII, 1980.
[1] Cf. Medina, Miguel Ángel O.P… Doctrina Cristiana para la Instrucción de los
indios, redactada por Fr. Pedro de Córdoba, O.P. y otros religiosos de la misma
orden. Impresa en México, 1544 y 1548.- Editorial San Esteban, Salamanca, 1987, p 11.
[2] Cf. Hijos de J. Espasa, Editores… Enciclopedia
universal ilustrada Europeo Americana, Tomo 15 CONST – CRAZ, voz CÓRDOBA (PEDRO
DE).-
Barcelona, p 625.
[3] Cf. Rubio, V., Una carta inédita
de Fray Pedro de Córdoba, en la revista Communio XIII, 1980, p 424.
[8] Medina, Miguel Ángel, O.P… Una
comunidad al servicio del indio. La obra de Fr. Pedro de Córdoba, O.P (1482 -1521).- Madrid, 1983, P 264.
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