MONSEÑOR FORTUNATO
CHIRICHIGNO SDB, PRIMER OBISPO DE PIURA
Pool Alexander Castillo Valiente
En los comienzos de la obra
salesiana en el Perú y en Piura
Apenas habían transcurrido 4 años de la muerte de
Don Bosco, cuando, llegaron los salesianos al Perú y, después de algunos meses
de ambientación, el 8 de diciembre de 1891, como primera obra fundaron el
Oratorio del Rímac. Eran los 50 años del primer Oratorio de Valdocco.
El 8 de diciembre, día de la Inmaculada, día en que
también Don Bosco empezó su obra, los Salesianos del Perú iniciaron el Oratorio
que pronto llenó de vida los barrios bajopontinos.
Los
Salesianos fueron a habitar una casona en la calle Madera, cerca al Rímac,
hemos dicho, propiedad también de la Beneficencia Pública de Lima, hoy
convertida en Asilo de ancianos. Allí iniciaron el Oratorio Festivo, la niña de
los ojos de Don Bosco y de todo Salesiano. Al año siguiente, El 15 de agosto de
1892, se inaugura el internado para los artesanos, llegando a tener en ese
mismo año 40 internos, se da inicio así a la Escuela de Artes y Oficios con
tres talleres: sastrería, carpintería y zapatería. Al frente de la zapatería
estaba un emigrante italiano, José Michi, quien encontrándose a gusto en el
pobre e incipiente oratorio, decidió quedarse para siempre y se hizo Salesiano.
Fue el primero en tierras peruanas en dar su nombre a la Congregación. No faltó la banda de música, el
teatro y todo lo que hace que un oratorio, mientras se preocupa de la formación
general del muchacho, tenga también ese tono de alegría que le ha merecido el
nombre de festivo.
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Entre los artesanos de carpintería estaba Octavio
Ortiz Arrieta, el primer joven peruano que se hizo Salesiano y que más tarde
sería fundador de la obra salesiana en Piura, director en varias casas y luego
Obispo de Chachapoyas, muerto en olor de santidad. Junto con él, se hizo
salesiano el oratoriano Fortunato Chirichigno, quien llegó a ser el primer
Obispo de Piura y Tumbes y primer obispo peruano de la familia salesiana, de
quien nos ocuparemos ahora.
Como vemos
la vocación del primer obispo de Piura nació en el oratorio de Don Bosco, por ello es
necesario hacer presente la historia de la Presencia Salesiana en estas cálidas
tierras. Ésta se remonta aproximadamente al año 1900, nueve años después de que
los primeros salesianos arribaran a tierras peruanas, cuando don Juan
Hilarión Helguero, y otros notables vecinos, conjuntamente con el Párroco
de la ciudad P. Manuel Ríos, veían la necesidad de traer a nuestra
ciudad a los Hijos de Don Bosco, para el establecimiento de una Escuela
netamente salesiana, cuya metodología ya era bastante conocida en esa época.
Mientras
tanto en Lima, en 1905 una necesidad hondamente sentida, más no bien satisfecha
todavía, inspiró al Congreso Nacional la aprobación de una ley por la que se
decreta el establecimiento de una Escuela de Artes y Oficios en cada capital de
Departamento, para formar obreros hábiles, profesionales y técnicos en los
diferentes oficios, a fin de abrir nuevos horizontes y vasto campo de acción a
la juventud de las clases populares. La nueva ley vino a dar forma al proyecto
que tenían en mente los piuranos.
Por Obra y
Gracia de Dios, circunstancialmente el barco en el que viajaba el P Alfredo
Sachetti, por entonces director del Colegio Salesiano de Arequipa con destino a
Roma, por causas imprevistas se vio obligado a permanecer en el puerto de Paita
por tres días. Tiempo que aprovechó, el religioso para conocer y visitar la
ciudad de Piura. Enterado de su presencia, don Juan Hilarión Helguero, don
Francisco Eguiguren entre otros notables vecinos aprovecharon su breve
estadía, para celebrar en pocas horas una sesión en la Municipalidad y
otra en la Junta Departamental a fin de conocer y aprobar el proyecto de contrato
para la llegada de los salesianos y que el referido P. Sacchetti, gentilmente
había aceptado llevarlo para cursarlo en Turín (Italia) y alcanzar su
aprobación.
Así el 19 de febrero de 1906 llegaron a Piura los
primeros Salesianos: los clérigos, aún no eran sacedotes, Maximiliano Mayer, Octavio Ortiz Arrieta y
Daniel Carpio, acompañados por el Padre Inspector Ciríaco Santinelli y
el confesor P. Francisco Gioanola; Fortunato Chirichigno no llegó con este
primer grupo de salesianos. Todos ellos fueron recibidos y acogidos con gran
júbilo en una casa, aunque vetusta, lo bastante amplia para comenzar el año
escolar. Esta casa fue gentilmente cedida por D. Juan Hilarión Helguero a los
Salesianos y formó parte del solar donde más tarde se comenzó a levantar el
nuevo edificio. Como Director y fundador del Colegio fue designado el aún clérigo Octavio Ortiz Arrieta.
Recién veinticinco años después de la llegada de los
salesianos a Piura el R. P. Fortunato Chirichigno Pontolillo fue nombrado
director del colegio Salesiano de esta Ciudad, fue el sétimo director y su
periodo como máxima autoridad fue de 1931 a 1937
Como director del colegio gestionó y obtuvo el
funcionamiento de la Secundaria de éste, la misma que se obtuvo mediante la
Resolución Ministerial Nº 4101 del 31 de Junio de 1935. Así mismo inició
la construcción del templo de María Auxiliadora el 04 de Junio de 1933, fecha
en la que el R. P. Inspector José Reyneri después de celebrar la Santa Misa en
el propio lugar colocó la primera piedra del templo, obra que vio
concluida siendo ya obispo de Piura.
A él le
Correspondió ser el iniciador de las fiestas
de María Auxiliadora en su actual templo. Al año siguiente todos los festejos se
realizaron en la nueva construcción que poco a poco iba tomando forma.
Excelentísimo
y Reverendísimo monseñor Fortunato
Chirichigno Pontolillo
Hasta ahora
hemos visto como la Divina Providencia fue actuando a finales del siglo XIX y
principios del XX para concederle a la futura diócesis de Piura a su primer
obispo, pero quién fue tal, es lo que vamos a describir ahora.
Fortunato
Chirichigno nació en Lima el 20 de Mayo de 1880, sus padres fueron don Miguel Chirichigno y doña Virginia
Pontolillo. Fue escogido por el Padre Pane, de entre los
oratorianos, junto a once compañeros
para seguir la formación sacerdotal salesiana. Entre estos figuran Julio
Cuadros (el primer alumno matriculado en el oratorio) y Octavio Ortiz Arrieta. No hay que confundir
ser oratoriano con ser salesiano es decir pertenecer propiamente a la sociedad
de don Bosco. Profesó
en la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco el 28 de octubre de 1899 en Chile, y
fue ordenado sacerdote el 18 de diciembre de 1910; ese mismo año se graduó de
doctor en teología en la universidad Mayor de San Marcos. De 1924 a 1931 fue
director de la casa de formación salesiana de Magdalena del Mar; de 1931 a 1938
fue director del Colegio Salesiano de
Piura, Además dictaba clases de religión en el colegio San Miguel. Instituciones
donde se había ganado el cariño y la admiración de muchos piuranos, era muy
apreciado.
Por
aquel entonces el diputado por Huancabamba doctor José Ignacio
Portocarrero Carrasco, a pedido de numerosas instituciones religiosas de Piura
y en vista de que el territorio del actual
arzobispado de Trujillo era muy extenso presentó el proyecto de Ley para segregar a Piura del mencionado
arzobispado. Ley que el presidente Oscar R. Benavides promulgó el 18 de junio de 1936. El Gobierno había hecho su parte, pero para que el obispado funcionara
se necesitaba que Su Santidad emitiera una Bula en tal sentido. Eso
tardó varios años.
Mientras
tanto, el sacerdote salesiano Fortunato Chirichigno Pontolillo, de quien nos
ocupamos, y que reiteramos, que hasta
hacía poco había sido director del colegio que la congregación tenía en Piura,
fue nombrado el 17 de junio de 1939 Administrador Apostólico.
Fueron muchas las gestiones que a
nivel departamental y nacional se hicieron ante la Santa
Sede. Así, mediante la Bula de 29 de febrero de 1940 “Ad Cristianse
plebis spirituale”, Su Santidad Pio XII declara segregados y desmembrados
los territorios de Piura y Tumbes, de la Diócesis de
Trujillo. Por fin el 15 de diciembre de 1940, monseñor Chirichigno
fue preconizado Obispo de Piura, recibiendo la consagración episcopal el 2 de
marzo de 1941 en solemne ceremonia que se realizó en la Catedral de
Lima.
Ya
investido de su alta dignidad eclesiástica, el obispo llega por vía aérea a
Talara y de allí por tierra arriba a Sullana en donde se le tributa una gran
bienvenida. La caravana con monseñor Chirichigno al ingresar a
Piura, encontró una enorme muchedumbre que lo esperaba y luego lo recibió con
grandes demostraciones de júbilo.
Entre las
características que presentaba el Primer obispo de Piura podemos señalar que
poseía “alma de niño” unida a un don de gentes maravilloso; además fue un prelado muy consciente de la alta misión que el Señor le había confiado y que él se
propuso llenarla con profunda exactitud; según atestiguan los que le conocieron
fue un padre y pastor, según el corazón de Cristo, para sus sacerdotes y
aspirantes al sacerdocio; sin embargo, también supo discernir correctamente
ante hechos que podían empañar la fe católica. Junto a todo ello se le conoce
un profundo y especial amor por la santísima virgen María, en su advocación de
Auxilio de los cristianos, de esto hace referencia la revista Cincuentenario de
la Familia Salesiana de Piura 1906 -1956, haciendo memoria de él: “ He aquí a
la que fue gloria de tu vida, María Auxiliadora, encantadora como tus sueños
infinitos, fuerte como tu espíritu muy arriba de tus ansias, como las cumbres que
escalaste, y perdurable, como fue el dolor que iluminó tus días”.
Hemos dicho que
a Monseñor Chirichigno no le faltó la luz del Espíritu Santo para
discernir lo que provenía de Dios o no,
pues ahora relatamos un caso donde se puso a prueba el discernimiento y buen juicio del primer “episcopus
piurenses”. Conocida era ya la devoción que
congregaba a cientos de peregrinos en Lambayeque donde la famosa Cruz de Chalpón; sin embargo,
en la época en que regía la diócesis monseñor Fortunato Chirichigno, también en Chulucanas se
veneraba una cruz, llamada la Cruz de
Campanas que en pocos años había logrado tal predicamento entre los fieles, que
en masa acudían a venerarla. Campanas era una hacienda ubicada a pocos
kilómetros al Este de Chulucanas, que al igual que todas las de su sector se
dedicaba al cultivo del algodón. La cruz
era un madero de algarrobo que semejaba una cruz, lo que no es raro en un árbol
como el algarrobo. Pero la cruz tenía un
propietario, el cual se había encargado de arreglarla y lijarla para darle
mejor forma. Pronto se corrió la
voz de que habían sido concedidos “milagros” a números peregrinos, lo cual la
feligresía creyó rápidamente. El obispo
monseñor Fortunato Chirichigno, fue informado rápidamente de lo acontecido:
todo parecía marchar bien, sin embargo, habían una serie de cabos que quedaban
sueltos en la pretendida devoción, primero las ganancias que se reportaban en
favor del dueño de la cruz y luego no se tenían pruebas de que los referidos
milagros se hubieran producido de verdad, agotando todas las salidas viables
para autenticar el culto, el obispo concluyó de que se trataba de un negociado que
explotaba un culto, por decirlo así, no verdadero, por cuyo motivo emitió un
decreto episcopal, declarando idolatría el culto que se tributaba a la Cruz de
Campanas. El obispo recurrió al prefecto
Teófilo Ibarra, solicitándole la destrucción del madero, y la autoridad
política envió al capitán de Policía Conrado Ruiz Oliva que había tenido
destacada actuación el año anterior con ocasión del conflicto con Ecuador. En Chulucanas estaba en ese tiempo de párroco
el Padre Justino Ramírez, el que como es fácil suponer acató lo dispuesto por
monseñor Fortunato Chirichigno. Pero no todos estaban de acuerdo, Bruno
Arellano y su hermano Sacramento, que eran propietarios de la cruz, se
resistieron y soliviantaron al pueblo que en masa se congregó tratando de
impedir la acción policial. El asunto
sirvió de base política al que fue futuro diputado Donatilo Arellano de
Morropón, que protestó y pidió la
devolución de la cruz. Esta había sido
llevada a Piura y, al parecer, fue
quemada en esta ciudad. Con eso terminó el obispo con algo que parecía
contagiante, pues en varios lugares habían aparecido cruces “maravillosas” y se intentaba hacer nuevos
negocios explotando la credulidad y
sencillez de los fieles. El mal fue
cortado de raíz, pero al obispo le costó no pocos dolores de cabeza.
Pero quizá la más grande obra que emprendió el
obispo Chirichigno fue la construcción
del Seminario de Piura para la formación de los sacerdotes.
Desde 1731 hubo la primera intención de realizar o
edificar un Seminario en la ciudad de Piura, pero por diferentes circunstancias
no se llegó a iniciar. En 1943 se empezó la construcción del Seminario, sobre
un área de 15 000 m2 en terrenos de lo que sería la Urbanización El Chipe al
norte de la ciudad, donado por el señor Ramón Romero y familia, quien siempre
estuvo presto a ayudar para que fuese factible el funcionamiento de esta casa
de formación. Sobre esta casa fueron levantándose varios pabellones de
dormitorios, Capilla, aulas, campo deportivo y demás compartimientos, que
demanda un Seminario de estilo clásico moderno. Todo ello se llevó a cabo
gracias al admirable esfuerzo de Mons. Fortunato Chirichigno, quien fue ayudado por la feligresía piurana.
Hacia el año 1944 ya se había gastado más de 85 000
soles en esa obra que en aquel tiempo era la de mayor importancia que se
realizaba en Piura.
En 1945 comienza el dictado de las clases a cargo
de los Salesianos. Y en enero de 1947 se anuncia la próxima inauguración del
Seminario. También se invita a los aspirantes acercarse ante la curia para
tener información.
En junio de este mismo año se realizan una serie de
campañas por las vocaciones sacerdotales (bajo los auspicios de la Juventud
Femenina de Acción Católica y se transmitían por Radio Piura). Así mismo el 28 ese mes se organizó en Piura una colecta que
recaudó la ponderable suma de $ 265.00. Es así que en un artículo del boletín
Pensamiento Católico del 6 de julio de 1947, Nº 321, se publicaron algunos de
los bienhechores del Seminario. A la vez se pedía a la comunidad piurana ayudar
al Seminario ya sea rezando por el incremento de las vocaciones sacerdotales o
cooperando con efectivo (limosnas aún las más pequeñas) o con materiales de
construcción (o muebles). Todo ello a iniciativa o con el patrocino y beneplácito del obispo de Piura
Hacia agosto de 1947 en el diario El Tiempo se da a
conocer que ya se habían gastado cerca de 300 000 soles en la construcción de
este edificio, además añadía: “La historia sabrá apreciar todo lo que
vale la gran obra que ha dado comienzo Mons. Chirichigno y que la Providencia,
estamos seguros, hará que corone triunfalmente”
Finalmente, el domingo 11 de abril de 1948 se
inauguró el Seminario diocesano, en el día del Buen Pastor. La sermonea de
inauguración se inició a las 10 de la mañana con la celebración de la Santa
Misa presidida por Mons. Chirichigno, a la cual asistió el cabildo diocesano,
sacerdotes del clero regular y secular y muchas personas que con su generosidad
habían hecho posible esta obra, fue tanta la distinguida y numerosa
concurrencia que buena parte no pudo ingresar a la capilla. Finalizada la
celebración eucarística el Pastor prosiguió a bendecir las obras terminadas.
El 14 de abril de 1948 fueron llegando los primeros
seminaristas que iban “acomodándose” poco a poco en los ambientes que se podían
usar: dormitorio común, comedor, capilla, sala de estudios y lugar de clases,
baños y patio grande donde hacían recreo. Las duchas se usaron después, ya que
los primeros días los nuevos seminaristas menores se lavaban y bañaban con una
manguera en un tanque de agua. Los juegos se hacían en el patio con unos
tableros de básquet y el fútbol en un terreno ubicado en la parte posterior.
El deseo de monseñor Chirichigno para sus seminaristas era el
siguiente: “formar a los aspirantes al sacerdocio en este santuario de
estudio, de oración y virtud, morada de almas nobles y generosas, deseosas de
consagrarse a Dios y a la salvación de los hombres”. Velaba para que el trabajo de formación se realizara siempre sobre los tres pilares
básicos recomendados por el Santo Padre
Pio XII: “Piedad, Sacrificio y Obediencia”
Otra de las grandes obras
que emprendiera el primer obispo de Piura es la reconstrucción de la catedral
que tras el terremoto de 1912, la Iglesia mayor
sufrió en general grandes daños pero se procedió a la restauración recién en la
época de Monseñor Chirichigno, cuando el 29 de
Febrero de 1940 fue creado el obispado de Piura, éste en seguida emprendió
obras importantes como la adaptación de la antigua Iglesia Matriz a su
condición de Catedral.
El 2 de enero de 1953, falleció el obispo, víctima de cáncer al cerebro, se sintió profundo dolor
por su muerte especialmente en la Iglesia de Piura y Tumbes. Sus restos fueron
sepultados en un lugar destinado para la construcción de una capilla dentro del
Seminario Diocesano de Piura. Hoy descansan en la cripta arzobispal del
cementerio San Miguel Arcángel de Piura.
De esta manera he querido presentar la figura del
primer pastor de Piura y Tumbes, un hombre que supo amar a Dios y cuyo único
deseo era que Éste sea amado por todos, ello lo llevó a realizar, la que quizás
se reconozca como su más grande obra, la fundación y construcción del Seminario, pues para que Cristo sea conocido por cada vez más
personas, muchos son los que deben ir a
anunciarlo y a en su nombre administrar los sacramentos que proporcionan la
salvación. El joven aprendiz de sastre de los talleres oratorianos se convirtió
en el primer obispo de Piura y empezó la
confección de, como diría un correligionario suyo, santo Domingo Savio, “un
hermoso pañuelo para el Señor”, en las calurosas tierras del norte del Perú.
BIBLIOGRAFÍA
Ramírez, Miguel
Justino… Homenaje de Piura al VI congreso Eucarístico Nacional.- Piura,
1960. 120p.
members.tripod.com/~salesianos_peru/oratorio.htm.
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