PADRE JOSÉ MARTÍN CUESTA: “Entre el Cóndor y el Marañón”. Memorias misioneras.
Carlos Ezequiel Rosillo Julca
El Padre José
Martín Cuesta es un jesuita extremeño que en 1944 arribó al Perú y al año
siguiente fue enviado como misionero a la selva, donde evangelizó a aguarunas y
huambisas. El libro está dividido en dos bloques, el primero, llamado En camino misionero, ubica al lector en
la realidad familiar del misionero; el segundo, lleva por título En la misión del Marañón, aquí se
inician ya las memorias misioneras
propiamente dichas.
El libro es,
ante todo, un testimonio donde el autor se limita a narrar los hechos que ha
visto y de los que ha sido protagonista sin añadir un análisis posterior; sólo muy pocas veces hace una relectura de lo que
narra. Cuenta los viajes misioneros por los ríos Santiago, Nieva, Marañón y
otros menores del padre José Martín quien, al mismo tiempo que atendía
espiritualmente a cristianos ya bautizados y a soldados peruanos, procuraba
poner las bases para ir evangelizando poco a poco a los aguarunas y huambisas. El padre Martín fue el primero que entró en
contacto con la tribu Aguaruna en Chingunsal, saliendo para aquella expedición
de San Ignacio. Bajó varias veces los pongos del Marañón desde el puerto
fluvial de Bellavista en las frágiles balsas de entonces y fundó el puesto
misional de Santa María de Nieva.
El libro hace
una diferencia en la población. Por una parte están los campesinos, personas
que ya han sido evangelizadas y viven “como pueden” su cristianismo; por otro
lado están los aguarunas y los demás indígenas que, en su gran mayoría, no
habían recibido el sacramento del bautismo.
Las Memorias
misioneras recogen una rica información sobre las fiestas religiosas de los
campesinos selváticos, la recepción de los sacramentos, la actitud ante la
muerte, el dinamismo desatado ante la construcción de templos y capillas, la
ética y los valores familiares, la persistencia de viejas creencias no
cristianas y sobre otros muchos aspectos de un cristianismo que podríamos
llamar popular.
Aquí también
encontramos una rica información sobre la promoción humana llevada a cabo por
los misioneros en favor de los campesinos y de los indígenas, buscando la
integración de estos últimos a la sociedad nacional, preocupándose de la educación
con el establecimiento de escuelas, como la de oficios y artes para aguarunas,
y la salud con la fundación de postas y hospitales. Además de esto las memorias
muestran el intento del padre Martín de probar nuevos métodos como la radio y
la cooperación mutua, en este sentido resulta interesante conocer, en cada uno
de los puestos de misión y parroquias que se le confían, no sólo el inicio de
las distintas experiencias que emprendió sino las vicisitudes que la
evangelización y puesta en marcha de sus iniciativas conllevaron.
El libro ofrece
abundancia de datos y nombres, que en un principio podría ocasionar un poco de cansancio, sin embargo, esto le da
un gran valor histórico; y precisamente en orden a buscar exactitud histórica,
el autor presenta muchos documentos, nombres, artículos y cartas. Al respecto
de estas últimas, una que me llamó mucho la atención fue la escrita al padre
Rubén Vargas Ugarte en 1948, aquí ambienta y resume uno de sus tantos viajes.
En la carta señala con beneplácito haber bautizado 474 aguarunas, pero a la vez
señala una dificultad grande: la presencia de misioneros protestantes, pues
estos tenían muchos recursos y estaban bien organizados y ya se encontraban
veintidós años en el Marañón, sin embargo, también dice con claridad que no han
avanzado mucho pues los aguarunas no los miran bien por su prohibición del
masato y por los negocios en los que han incursionado.
Aunque “Entre
el Cóndor y el Marañón” no sea un libro de historia de la Iglesia propiamente
dicha, sino que recoge las experiencias de un misionero, pienso que su lectura
y profundización servirían de mucho en la estructuración de la historia de la
Iglesia en el Perú del siglo XX, sobre todo porque la misión allí en la selva
sigue ingente. El padre Martín ha sido un misionero a carta cabal, comparable
con los de la primera hora, de recia personalidad y espíritu emprendedor. Que
el Señor le tenga en su gloria.
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